Las crisis políticas actuales nos han habituado a la figura del político populista de derechas, formalmente transgresor pero esencialmente reaccionario. Pero tal fenómeno no era nada común en el pasado. Georges Boulanger fue pionero cuando a fines de siglo XIX protagoniza un meteórico ascenso, truncado por la indecisión, que lo había llevado a enfrentarse a la política de los partidos franceses y a Bismarck, amenazando con instaurar su propia monarquía, poniendo en vilo a Europa entera durante años.
Una República casual
Los años 1870 y 1871 fueron especialmente traumáticos en la historia francesa. Invasión prusiana, caída del Segundo Imperio, revolución comunera y violenta represión antirrevolucionaria. Luego de la tormenta la indecisión sobre el régimen que debía gobernar Francia se extendió hasta que en 1879 los republicanos imponen, por la diferencia de un voto, el término “República” para definir al estado. Estos republicanos pertenecían a nueva generación que se hallaba totalmente alejada de las exaltaciones revolucionarias de sus homólogos de 1789 o 1848. El producto de este encuentro de nuevos republicanos y monárquicos forzados al republicanismo no podía ser sino ambiguo y contradictorio. Se deseaba una república dinámica pero conservadora, que fortaleciera el ejército pero que a la vez fuese liberal y garantizase derechos y libertades ciudadanas, todo ello beneficiando al máximo posible a la empresa privada.
El eje de la política pasaba entre el conservadurismo social y el revanchismo exterior. Sobre todo, los monárquicos y algunos republicanos oportunistas propugnaban por un entendimiento con el Imperio Alemán de Bismarck, considerando que su influencia archiconservadora pudiera resultar benéfica para espantar al fantasma revolucionario. Para otros, como los “Republicanos Radicales”, la prioridad era preparar el desquite con Alemania.
Un ministro a la medida
A inicios de 1886 un nuevo gobierno buscó el entendimiento con los radicales. El gesto de acercamiento fue el nombramiento del general Georges Boulanger, como ministro de Guerra.
Boulanguer combatió en las campañas del Segundo Imperio en Italia y Conchinchina, así como en la defensa de París durante la Guerra Franco-Prusiana, para luego participar, en grado de coronel, en la sangrienta represión de la Comuna, resultando herido en cada una de esas acciones. En 1884 asume la dirección de una expedición militar a Túnez con la que inicia la consolidación del dominio francés sobre ese país. Boulanger contaba así con una reputación de veterano de guerra, de valedor del honor nacional y defensor del orden, representante tanto del enfrentamiento ante Alemania como de la expansión colonial de Francia. Su nombramiento representaba el acuerdo perfecto entre las diversas tendencias políticas.
El genio sale de la lámpara
Todo cambiaría apenas a las semanas de llegado al despacho. Boulanguer ordenó a las tropas enviadas contra una huelga minera, que en vez de disparar se acercaran y compartieran sus raciones con los mineros. La opinión pública se entusiasmaba mientras la cámara de diputados debatía las posibles ambiciones políticas del general. En la revista militar del 14 de julio (Día de la Bastilla) de 1886 en Longchamps, a lomos de su caballo negro Boulanger anuncia privilegios especiales y nuevos equipamientos para el ejército en vista de “la grandiosa misión que le reservaba el futuro.” El entusiasmo por Boulanger, conocido desde entonces como el «General Revanche», sólo crecía.
El ambiente social y político le era propicio. La III República se había establecido en base al apoyo de los pequeños propietarios, sobre todo rurales, ansiosos de estabilidad. Sin embargo los efectos de la crisis económica, las quiebras bancarias y la invasión de importaciones de grano norteamericano habían llevado a esa capa social a una situación desesperada. Mientras tanto el cambio de régimen no había significado el fin de la corrupción ni mucho menos. La crisis empujaba también a la clase obrera a una lucha que retomaba cada vez más carácter político, despertando viejos temores en los estamentos tradicionales. Así, mientras los partidos oficiales evitaban los problema centrales del momento, Boulanguer les arrebatas las principales banderas políticas al hacer de la revancha la panacea de todos los males sociales.
Nace el Boulangismo
En enero de 1887, el Canciller alemán, Bismarck, se planteaba exigir en el Reichstag nuevos créditos militares. Para superar la oposición se jugó la carta de Boulanger. Es así como en su intervención en el Reichstag, el Canciller declara que lo más conveniente para Alemania es una Francia republicana pacífica; pero que en cualquier momento una minoría ruidosa podía alborotar al pueblo, volviéndolo contra Alemania: “Dentro de diez días, diez años, no sabría decirlo. Del mismo modo que Napoleón III se lanzó a una guerra contra nosotros, ante todo para consolidar su poderío en el interior de su propias fronteras, también podría tener igual intención el general Boulanger, si llegara al poder”.
Las reacciones en Francia fueron de tal furor que ese día , según opinión del primer ministro Freycinet, “había nacido el boulangismo”. Cabría preguntarse si con sus palabras, Bismarck sólo describía lo que se deslumbraba ante todos o si por el contrario, fue en cierta medida artífice del fenómeno boulangista con fines provocativos. Bismarck buscaba la excusa perfecta para mantener y profundizar el mandato del aparato burocrático-militar prusiano y Boulanger personificaba ese espíritu de revanchismo francés contra el que siempre habría que estar en guardia.
Pero la amenaza Boulanger no pareció intimidar demasiado a los políticos alemanes y Bismarck disuelve el parlamento y convoca nuevas elecciones. En dichas elecciones se despliega una agresiva campaña nacionalista en ambos países. La situación llegó a tanto, que la figura de Boulanger empieza a crear temores en muchos estadistas preocupados por un posible conflicto en medio de un estado de debilidad interna y aislamiento externo, por lo que en marzo de 1887, se conforma un nuevo gobierno sin la presencia del general.
La crisis alemana es aplacada luego de casi provocar una guerra. Y entre los medios dirigentes se extiende la idea de que Boulanger es un peligro para paz, un hombre al que no importaba nada con tal de imponer su propia dictadura, quizás incluso coronarse emperador al estilo napoleónico.
Destituido como ministro, Boulanger es enviado a asumir mando en provincias. Al momento de su partida 10.000 personas se agolpan en la estación de ferrocarril para despedirlo. La consigna del día: “il reviendra” (él volverá). El primer acto de masas del boulangismo impresiona a la opinión pública.
El rompecabezas Boulangista
El año 1887, cierra con un escándalo de corrupción en el que se ven implicados familiares del presidente Jules Grévy. El 02 de diciembre, él y todo el gobierno en pleno renuncian.
Boulanger es postulado con el apoyo de la derechista “Liga de Patriotas” a la diputación en cada lugar dónde hubiera vacante, logrando más de 50.000 votos en 7 departamentos del país. Su plataforma se centró en la idea de un cambio de régimen, fin del parlamentarismo y una política guerrerista y de prestigio internacional.
Se alinean a su alrededor elementos monárquicos, bonapartistas, conservadores, católicos y antisemitas. Pero también otros enemigos de la República: descontentos y oportunistas de todo signo, incluso socialistas y excomuneros. La adhesión al boulangismo se extiende por todas las capas sociales. ¿Pero qué era el Boulangismo? Nadie acertaba a decirlo, y el mismo general Boulanger se negaba a aclararlo. La cada vez más dispar constelación de fuerzas que se agitaba en torno del “hombre fuerte” de Francia causaba la curiosidad de sus contemporáneos aunque a nadie se le escapaba el carácter reaccionario de lo que sería su núcleo principal. La ambigüedad no era un pecado en la III República y en todo caso Boulanger estaba obligando a la política francesa a definirse en torno suyo.
Finalmente los radicales, a pesar de su consagrado revanchismo, rompieron con los conservadores ante el tono antirrepublicano del movimiento. La clase política se distanciaba de un movimiento que no podía controlar.
Triunfo y farsa del Boulangismo
Con el ambiente tan caldeado el gran triunfo del boulangismo se esperaba para las elecciones de enero de 1889 en París. El 27 de ese mes supera por amplio margen a sus oponentes con casi 250.000 votos, logrando así el acta de diputado por la capital francesa.
Ya rondaban rumores sobre un posible golpe de estado boulangista y esa noche, en medio de una concentración de 50.000 personas, sus colaboradores lo instan a aprovechar el entusiasmo para marchar sobre el Elíseo y derrocar al gobierno. Para asombro de todos, Boulanger se niega. Sus partidarios solo logran arrancarle una declaración según la cual los boulangistas “colaborarían para que su jefe pudiera ponerse al frente del ejército y así acabar con el parlamentarismo corrompido y terminar con la decadencia de Francia”.
La negativa al golpe no fue bien recibida por sus seguidores, y algunos perspicaces anotaron que luego de esa medianoche “el boulangismo estaba a la baja”. No quedan claras las razones de tal vacilación. Presumiblemente la falta de iniciativa del general se conjugó con factores militares no propicios y una fuerza de los republicanos mayor de la esperada. Lo único cierto es que la oficialidad del ejército, aunque odiara a los políticos republicanos, repudiaba a Boulanger como a un vulgar arribista, incitador del populacho.
Por su parte el general intentó presentar un apego irrestricto a la democracia: su ascenso final debía ser aprobado por el voto popular, olvidando aquí el ejemplo de los Bonaparte, que recurrieron a las urnas solamente después de haber ejecutado el acto de fuerza.
La reacción no tardó en llegar y ser severa. Se denuncia a Boulanger por atentar contra la legalidad. Aprovechando el desconcierto de sus golpistas partidarios se anunció la revocatoria de su inmunidad parlamentaria y su presentación a juicio. Asustado, Boulanger huye hacia Bruselas, Bélgica el primero de abril de 1889. Será condenado en ausencia.
Tras la noticia el boulangismo se disuelve en pocos meses y Boulanger pasa rápidamente a ser el hazmerreír del mundo político, muchos intentan no verse asociados al General Revanche. Boulanger será nuevamente foco de atención mediática con motivo de su suicidio en Bruselas, sobre la tumba de su amante, el día 30 de septiembre de 1891.
A manera de conclusión
Algunos historiadores incluso achacarán el auge del boulangismo al ambiente de “aburrimiento” predominante en la “tranquila y ordenada” vida de la “belle epoque”, cuando en realidad hemos visto que Boulanger logró movilizar profundas preocupaciones del momento. Y es que, se ha pretendido cerrar este episodio como un simple chiste de la historia, pero su influencia y significado es mucho mayor que el que se le ha asignado. El bloque boulangista seguiría existiendo como lo atestiguaría la unidad de elementos conservadores y reaccionarios en los sucesivos escándalos de Panamá y Dreyffus.
Retomando el camino trazado por el bonapartismo, el boulangismo parecía tantear el instrumentalizar las demandas sociales para beneficio del militarismo y la autocracia, a la vez que se presenta como una ruptura con los partidos establecidos, una cierta “tercera posición” en el debate político-social, que tendrá gran repercusión en el siglo XX.
El boulangismo puede ser entendido como el momento político en que las derechas dejaron de gravitar en torno a viejos orgullos dinásticos para centrarse en valores como el nacionalismo. También representa el momento en que los partidos políticos dejan de ser logias cerradas y empiezan a ser fenómenos de masas, con la aparición de comités de acción política, mítines y proclamas multitudinarias: donde las declaraciones mediáticas del día pasan a dictar el ritmo de la política. La novedad que representaba es comparable en cierto sentido al efecto que ha tenido Donald Trump en los Estados Unidos, el cual logró desestabilizar el sitema de partidos y movilizar a las masas desde el uso de las redes sociales.
Referencias Bibliográficas
Wikipedia. Georges Boulanger. https://es.wikipedia.org/wiki/Georges_Boulanger.
Le boulangisme. https://web.archive.org/web/20070421124941/http://www.langlab.wayne.edu/gavroche/EWilliamsonBoulangisme.html
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Historia Universal. Tomo 3. Ediciones Nauta, S.A. Barcelona, España. 1982.
Pirenne, Jacques. Historia Universal. Las Grandes Corrientes de la Historia. Vol. VI. Editorial Éxito. Barcelona, España. 1972.