En el corazón de los Andes venezolanos, a más de 4,800 metros sobre el nivel del mar, el imponente Pico Humboldt albergaba hasta hace poco el último glaciar de Venezuela. Sin embargo, en 2024, ese relicto helado ha desaparecido, marcando el fin de una era y levantando serias preocupaciones sobre el cambio climático y sus efectos la cordillera de los Andes.
Un Adiós Anunciado
La desaparición del glaciar no fue una sorpresa. Durante décadas, científicos y ambientalistas han monitoreado de cerca su retroceso. La tasa media de retroceso del glaciar Humboldt se ha ido acelerando continuamente desde 1910 hasta la actualidad. Estas tasas se aceleraron de 1998 a 2009, superando una pérdida media de superficie del 7% por año (Figura 1) (10.1080/15230430.2020.1822728). El proceso de derretimiento de los glaciares es complejo y está influenciado por varios factores. La combinación de temperaturas en aumento y la disminución de precipitaciones en forma de nieve fueron factores determinantes en su reciente aceleración.
Cambios Observados en los Andes
La desaparición del glaciar del Pico Humboldt no es un evento aislado, sino parte de una tendencia más amplia de cambios ambientales observados en los Andes (Figura 2). En las últimas dos décadas, los glaciares de los Andes han perdido 22,9 Gt por año, con los balances de masa más negativos en los Andes Patagónicos y los Andes Tropicales (10.1038/s41561-019-0432-5).
La situación en los Andes venezolanos encuentra un reciente reflejo preocupante en el Glaciar Perito Moreno en Argentina, uno de los glaciares más icónicos y visitados del mundo. A pesar de su fama por ser uno de los pocos glaciares que no han retrocedido en las últimas décadas, recientes observaciones indican que el Perito Moreno también está siendo afectado por el cambio climático.
Además de la desaparición de glaciares, se ha observado una disminución en la cantidad y duración de la nieve estacional en los Andes. Esto afecta directamente a los ríos y arroyos que dependen del derretimiento de la nieve para mantener su flujo durante la temporada seca. La disminución de la nieve y el hielo está llevando a una reducción en la disponibilidad de agua dulce, afectando la agricultura, el suministro de agua potable y la generación de energía hidroeléctrica. La región andina venezolana, que incluye estados como Mérida, Trujillo y Táchira, depende en gran medida de las fuentes de agua provenientes de las montañas.
Un llamado a la acción
La desaparición del glaciar es un indicio alarmante de los efectos del cambio climático. Los glaciares son particularmente sensibles a las variaciones en las temperaturas globales y, como tales, actúan como indicadores del cambio climático. En las últimas décadas, se ha observado un aumento en la tasa de derretimiento de glaciares a nivel mundial, y la desaparición del último glaciar venezolano se suma a esta preocupante tendencia global.
Los modelos climáticos proyectan un aumento continuo en las temperaturas globales debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. Este calentamiento global tiene un impacto directo en los glaciares, acelerando su derretimiento. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) ha advertido que, si no se toman medidas significativas para reducir las emisiones de carbono, muchos de los glaciares del mundo podrían desaparecer para finales del siglo XXI. Un reciente estudio indicó que, incluso si las temperaturas globales se mantienen dentro del objetivo de 1.5 grados Celsius de aumento, los glaciares aún perderán el 26% de su masa para finales de siglo (10.1126/science.abo1324). En el peor de los casos, con un aumento de 4 grados Celsius, los glaciares podrían perder el 41% de su masa. Según el mismo informe, las actuales promesas climáticas proyectan un aumento de entre 2.1 y 2.9 grados Celsius para 2100, lo que podría llevar a la casi completa desaparición de los glaciares en varias regiones, incluyendo Europa central, el oeste de Canadá, los Estados Unidos y Nueva Zelanda.
La desaparición del glaciar del Pico Humboldt marca el fin de una era y subraya la necesidad de un compromiso renovado con la protección de nuestro medio ambiente. Es un recordatorio tangible de que el cambio climático no es un problema distante. Sus efectos ya están aquí, alterando paisajes, ecosistemas y vidas humanas. Es fundamental que se tomen medidas inmediatas y decisivas para mitigar el impacto del cambio climático. Esto incluye la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la adopción de energías renovables y la implementación de políticas de conservación ambiental. Además, es crucial invertir en investigaciones y proyectos que busquen la adaptación a las nuevas realidades climáticas, especialmente en regiones vulnerables como los Andes venezolanos.
La transición hacia una economía de bajo carbono es esencial. Esto implica un cambio radical en cómo producimos y consumimos energía. La inversión en energías renovables como la solar, eólica y geotérmica no solo reducirá las emisiones de carbono, sino que también creará empleos y estimulará el crecimiento económico. Venezuela, con su abundante luz solar y potencial eólico, tiene la oportunidad de liderar esta transición en América Latina.
Además, es vital fortalecer las políticas de conservación y gestión de los recursos hídricos. La implementación de prácticas agrícolas sostenibles, la reforestación y la protección de las cuencas hidrográficas son acciones cruciales para asegurar la disponibilidad de agua en el futuro. Los gobiernos, las comunidades locales y las organizaciones no gubernamentales deben trabajar juntos para desarrollar e implementar estrategias de adaptación que ayuden a las comunidades a enfrentar los desafíos del cambio climático.