Gianluca Marino, Universidade de Vigo y Elisabeth Losa Adams, Universidade de Vigo
El iceberg A-76 se desprendió recientemente de la plataforma de hielo Ronne en el mar de Weddel, Antártida Occidental. Con una superficie superior a la isla de Mallorca, el A-76 ostenta el título del iceberg más grande del planeta. Previamente, el título correspondía al iceberg A-68, que también se desprendió en la Antártida Occidental.
El desprendimiento de estos icebergs es un proceso natural, es decir, que no se puede relacionar directamente con el cambio climático. Aun así, nos llama la atención porque los icebergs, junto a las plataformas de hielo de las que se desprenden, son los últimos bastiones que protegen el casquete glaciar antártico del derretimiento.
Ambos flotan en el océano sin causar un aumento del nivel del mar cuando se derriten; simplemente agregan agua dulce al océano. Sin embargo, el desprendimiento de icebergs y el colapso de las plataformas de hielo suelen ser señales de alarma de un inminente aumento del nivel del mar. Esto se debe a que estas plataformas impiden que el casquete glaciar desemboque en el océano, en este caso sí, aumentando el nivel del mar.
A medida que aumenta la frecuencia de estos procesos, crece la preocupación de que la Antártida se aproxime a un punto de inflexión por efecto del calentamiento antropogénico. Su deshielo puede conllevar un rápido e imparable aumento del nivel del mar que afectaría a zonas costeras y a cien millones de personas en todo el mundo.
Aguas cálidas derriten el hielo antártico
Además del calentamiento atmosférico, las causas del adelgazamiento y el eventual colapso de una plataforma de hielo están ligados a procesos que tienen lugar bajo la superficie del mar, en especial en la Antártida Occidental. El agua profunda circumpolar es una masa de agua relativamente cálida y salina que forma parte de la corriente circumpolar antártica y se origina en el lejano Atlántico Norte. Esta aflora hacia la superficie interactuando con las plataformas de hielo y provocando su adelgazamiento y retroceso.
La cantidad de agua profunda circumpolar que invade la plataforma continental depende de la batimetría y de la fuerza y la posición de los vientos (del oeste) que soplan alrededor de la Antártida. Estos se han ido fortaleciendo y desplazando hacia el sur en el último siglo, aumentando así la cantidad de agua cálida que amenaza las plataformas de hielo.
El manto de hielo más antiguo del planeta
La Antártida tiene la capa de hielo más antigua y grande de la Tierra. Esta incluye el casquete glaciar, las corrientes de hielo y las plataformas de hielo. En condiciones idóneas, hay un equilibrio entre la masa que se gana por las nevadas y la masa que se pierde a través del flujo de hielo hacia el océano, donde se produce el derretimiento de las plataformas de hielo y de los icebergs. Si el derretimiento a lo largo de la costa excede las nevadas en el interior de la península, la Antártida pierde masa y el nivel del mar sube.
La glaciación de la Antártida ocurrió hace unos 34 millones de años, cuando su aislamiento tectónico resultó también en su aislamiento térmico por el desarrollo de la corriente circumpolar antártica. Mientras tanto, los niveles de CO₂ atmosféricos descendieron hasta alcanzar una concentración superior a la actual, aproximadamente un 80 % más.
Modelos matemáticos han sugerido que esta variación del nivel de CO₂ fue un factor determinante para su glaciación. Por otro lado, su completa desglaciación elevaría el nivel del mar global 60 metros. De estos, 5 metros vendrían del deshielo de la Antártida Occidental, que es la región más vulnerable de la península antártica y de la cual se desprendieron los icebergs A-76 y A-68.
Un reservorio de agua dulce que amenaza las costas
La Antártida almacena el 60 % del agua dulce de la Tierra, el volumen de agua que se necesitaría para llenar seis cuencas marinas del tamaño del mar Mediterráneo. La descarga de grandes volúmenes de agua dulce en el océano tiene un doble efecto:
- Por un lado, reduce la salinidad (y la densidad) del océano alterando la circulación oceánica y por lo tanto el clima.
- Por el otro, aumenta los niveles de nuestros mares y océanos. Esto representa una amenaza para las zonas costeras de baja elevación, es decir, las que se encuentran a menos de 10 metros sobre el nivel del mar. 700 millones de personas (el 10 % de la población mundial) viven en estas zonas, incluyendo 50 millones en Europa y 4 millones en España.
¿Cuál será la contribución de la Antártida al aumento del nivel del mar en el futuro? Los modelos nos sugieren que depende en gran medida de si logramos mantener el calentamiento global para el siglo XXI dentro de los umbrales (1,5 a 2°C) previstos por el Acuerdo de París.
Si se exceden estos límites, se corre el riesgo de que las plataformas mas vulnerables (como la plataforma Thwaites) colapsen. Esto expondría el planeta a un aumento irreversible del nivel del mar, aproximadamente 5 centímetros por década y así, durante varios siglos.
El futuro de la Antártida depende de la interacción entre el hielo y el agua cálida del océano. Recientemente se ha conseguido observar cómo el agua profunda circumpolar entra en contacto con la plataforma de hielo Thwaites. Observar estos procesos en otras plataformas de hielo es una prioridad para mapear las áreas de mayor vulnerabilidad en la Antártida. Esto nos permitiría determinar si los desprendimientos de icebergs como el A-76 y A-68 son una alerta de la inminente subida del nivel del mar o simplemente falsas alarmas.
Gianluca Marino, Investigador Distinguido del Programa Beatriz Galindo, Palaeoclimatology Lab, Centro de Investigación Mariña, Universidade de Vigo y Elisabeth Losa Adams, Investigadora en Mineralogía, Geoquímica y Paleoclima, Universidade de Vigo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.