Si nos retrotraemos a nuestros primeros recuerdos, muchos de nosotros reconoceremos en ellos algún mapa. La fascinación de una hoja amarillenta con los bordes resquebrajados, trazando la ruta hacia un tesoro es, casi con toda seguridad, uno de esos primeros lugares comunes de nuestra infancia. En mi caso, además de ese pequeño Livingston que todos llevamos dentro, guardo un especial recuerdo de mi primer atlas y del primer globo terráqueo girando a medida que mi dedo señalaba los distintos países. Los mapas siempre han estado ahí.
Support authors and subscribe to content
This is premium stuff. Subscribe to read the entire article.
Login if you have purchased